miércoles, 9 de noviembre de 2011

Una noche en Zamudio

Por una combinación de motivos personales y laborales, aquella noche acabé durmiendo en un hotelito en Zamudio, muy cerca de Bilbao. Camino al restaurante que me recomendaron para cenar, escucho gritos que provienen de una carpa montada en una plaza (más bien de la gente que estaba en la carpa). El espectáculo era a la vez sorprendente y difícil de entender. Dos bueyes arrastraban un bloque de 2.500 kilos de un extremo al otro de la carpa - unos 20 metros - conducidos por un hombre, y seguidos por otro, que hacía como que empujaba el bloque, pero dudo que ayudara mucho a los bueyes. Ida. Descanso de 20 segundos. Vuelta. Descanso de 20 segundos. Ida... Y así una y otra vez. Ignorando cuándo acabaría el espectáculo, y tornándose el mismo monótono, me acerco a un parroquiano con cara de experto. "Cuántos largos tienen que hacer?". "Hasta que aguanten". Contundente respuesta. Imaginando que aquella gente trabajaba al día siguiente y que nadie querría ver a un buey mientras le estalla el corazón, diez segundos más tarde disparé la segunda pregunta a aquel simpático personaje. "Hay un tiempo máximo?". "Media hora". Bingo, ya conocía todas las reglas de esta disciplina. A posteriori me enteré que se llama Arrastre de piedra por bueyes, o idi proba. Pintoresca como mínimo.


Después de semejante shot de adrenalina, sigo camino hacia mi cena. Entro al bar, digo alto y claro "Buenas noches" al q hace las veces de camarero, barman, gerente y dueño. Me responde el saludo con un imperceptible movimiento de cabeza. Avanzo dos pasos hacia el comedor, espacio abierto sin ninguna separación con el bar. "Puedo ayudarle?" suena más alto y más claro a mis espaldas. "Para cenar?" respondo sorprendido, asumiendo que a las 21 hrs no se entra a un bar para intercambiar sellos postales o encordar raquetas. "Pase", murmura el individuo multifunción. Cinco minutos y un vistazo al menú más tarde, "una hamburguesa a caballo, pero sin mayonesa, por f..". "Viene sin mahonesa. La mahonesa la traemos aparte, y quien quiere le pone". Es recomendable entrar en un debate sobre la redacción del menú, que especifica mahonesa como ingrediente básico del plato? Creo que no. Intercambiamos unos diez palabras más hasta que abandoné el local. Lo típico, "gracias", "café?", "la cuenta", "te voy a extrañar, Chuchi". No hubo abrazos de despedida, ni promesas de escribirnos. Con su escasa elocuencia aquel camarero vasco me ha dejado marca...

domingo, 21 de noviembre de 2010

El pasajero de atrás

Seguramente muchos hemos sufrido la tortura del "pasajero de atrás" en alguna oportunidad... Puede ocurrir en diversos medios de transporte, pero en general estos personajes cobran mayor relevancia en los aviones, probablemente por el escaso espacio entre asiento y asiento. Pero antes de entrar al ruedo, una breve introducción, puramente objetiva. Los asientos o butacas de los aviones constan de dos partes fundamentales: base y respaldo. Luego están los reposabrazos, el bolsillo para las revistas, la bandejita, etc, que también pueden ser herramientas de tortura hábilmente manejadas por estos individuos. Cuando uno saca un billete de avión, tiene derecho al uso y disfrute (si esto es posible) del asiento en su aspecto integral; base y respaldo. Pero sólo uno; un billete, un asiento. Pues parece que algunos pasajeros tienen más derechos que otros, y con su billete obtienen derecho al uso de una base y dos respaldos. Sí, el segundo respaldo es el que según las normas universales de navegación aérea corresponde al asiento de adelante, pero para el pasajero de atrás, es parte de su universo. Al levantarse no dudan en aferrase a ese respaldo cual monos araña a las ramas mientras se balancean en los árboles. En general lo hacen con ímpetu, no sea que su víctima se haya quedado dormida y no note el desplazamiento de su verdugo. Si son muy hábiles, además con su mano lograrán aferrar algunos cabellos del torturado, complementando el sacudón con un buen tirón de pelos. Otra práctica habitual es cerrar la dichosa bandejita propinando un buen golpe, repetidamente, hasta que se dan cuenta que la bandeja no cierra porque las tres revistas que han dejado en el bolsillo lo están impidiendo. Una vez que notan las revistas, en una muestra de razonamiento deductivo impecable, simplemente dan un golpe aún más fuerte que muchas veces tiene efecto dominó en las dos a tres filas anteriores. Y finalmente, pero no necesariamente al final del vuelo, clavarán sus rodillas en nuestros riñones, al mejor estilo muay thai, arte marcial tailandés donde estas articulaciones son muy usadas.
El pasajero de atrás no sigue un estereotipo determinado, ni tampoco está catalogado como tal en los programas de viajero frecuente de las aerolíneas. Solo es posible identificarlo cuando ha actuado, y para entonces ya es tarde. Cuando os toque, solo os puedo desear que sea un viaje corto. Escuché el caso en que una víctima, en un vuelo transatlántico, untó la parte superior de su respaldo con mermelada. El pasajero de atrás no tocó más el respaldo (objetivo logrado), pero la víctima, veniteañera de largos cabellos, bajó del avión luciendo como un chupa chups.

Alka-Seltzer: cómo duplicar ventas con un simple anuncio

Si bien es un caso antiguo, creo que aún hoy funcionaría. A principios de la década del '60 Alka-Seltzer logró duplicar sus ventas con un simple cambio en sus anuncios. En lugar de mostrar una pastilla cayendo en una vaso, mostraron dos pastillas. Así de simple. Más información en http://www.snopes.com/business/genius/alka-seltzer.asp.